julio 10, 2006

¿Dónde están las perras?

Una expresión propia de otras épocas que, pensé, habíanse esfumado con el advenimiento del nuevo milenio y sin embargo, pareciera que aún no se han marchado del todo. Esta es una reflexión sobre el uso del lenguaje para denigrar a un ser humano, en este caso hombre, a través de una comparación odiosa con lo femenino.
Desde que son niños, los varones temen que se les compare con las mujeres: "jugás como una niña", "pegás como una niña". Esa misoginia descarada que hasta las mismas madres inculcan a través de frases como "los hombres no lloran", no imaginé que aún prevaleciera tanto y sin embargo, luego de que pasara nuestra Selección Nacional de Fútbol por el anterior mundial Alemania 2006, me dí cuenta de que inclusive nosotras, las mujeres, no sé si meditándolo o no, nos ponemos en esa posición inferior en los escalafones sociales.
Escuché a muchas de mis compañeras de trabajo gritarle a los seleccionados frases que incluían la palabra "Perras" y aterrorizada me pregunté si ellas sabrían que se estaban poniendo a sí mismas en la posición del ridículo.
"Perra" es el femenino de "perro", el animal al que llamamos "el mejor amigo del hombre", pero para aquellos despistados, en nuestro país se utiliza el femenino canino para insultar a aquellos varones cuyo desempeño en alguna disciplina no es el que se esperaba o no es bueno.
Esta palabrita no es la única en femenino que usamos los ticos para denigrar. Ennumero: chapas, yeguas, bestias, res, vacas, etc, etc, etc.
Pensé que, habiendo superado las desventuras del siglo pasado en materia de género, ahora los ticos seríamos un poco más dados al pensamiento antes de dejar fluir cualquier expresión y sin embargo, me doy cuenta de que aún no hemos superado el analfabetismo cultural, social y político que nos tiene sumergidos en el subdesarrollo.
Resulta que aún en estos tiempos, donde las mujeres somos el 50% de la población, donde ocupamos puestos en el mismo nivel de conocimiento y destreza que los hombres, tiempos en los que podemos competir al mismo nivel de fuerza e inteligencia, seguimos insistiendo en ponernos en posición de desventaja, no sólo con frases como las que he expuesto, sino con absurdas leyes, con burdas inclusiones del artículo "la", con imágenes en la televisión que insisten en poner el valor de lo femenino en el tamaño de las glándulas mamarias y en cuánto hueso se nos pueda ver a través de la piel.
Resulta que aún a los hombres les da miedo ser comparados con las mujeres, y me pregunto si será porque ser mujer es tan terrible, o más bien, porque en el fondo, ser mujer tiene muchas ventajas, ya que hemos evolucionado más y mejor que los caballeros y lo seguimos haciendo, mientras que ellos se han estancado en sus posiciones feudales, sin visos de mejorarse a sí mismos.

1 comentario:

César González dijo...

La lucha por el rescate de la posición de igualdad de la mujer en la sociedad moderna pasa, necesariamente, por la corrección de muchísimos paradigmas y programas mentales que desde niños nuestras mismas madres y por supuesto, los varones de nuestro entormno cercano, se encargan de poner ahí, en nuestra mente consciente y en nuestro subconsciente.
En este esfuerzo por desestigmatizar el papel de la mujer y la implantación de estereotipos en la educación de las nuevas generaciones, se ha intentado modificar el lenguaje y modular el uso del género, especialmente en la lengua española, para hacer un uso menos discriminatorio del lenguaje y sus términos.
Sin embargo, este cambio necesario se ha desvirtuado por el uso desmedido que se le da en más de una ocasión, hasta el punto en que el tema es ya cansado.
La modificación del lenguaje para hacerlo más inclusivo no necesariamente significa eliminar toda interpretación peyorativa de las palabras femeninas. El uso de términos peyorativos con género femenino es un asunto tan cultural como el mismo uso de términos peyorativos en masculino. No hay que satanizar unos e ignorar los otros, porque de hacerlo así la lucha por lograr una equidad en este aspecto del idioma va a llevar inexorablemente, a ningún lado.
Ïnumerables son los peyorativos masculinos y los femeninos, aunque el orgullo de las féminas, gracias a Dios más despierto y menos tolerante hoy que antes, se haya empeñado en darles un tono de pecado capital al uso de los últimos.
Pero viendo las cosas desde un punto realista... este tema tiene las mismas posibilidades de llegar a un acuerdo común entre partes que la vieja disputa acerca de que si fue primero el huevo, o la gallina. Para algunas ( y creo no es tu caso), la lucha no estará completa hasta la apoteósica reivindicación de lo femenino, el reconocimiento religioso de Diosa como una de las mayores omisiones teológicas enla historia del ser humano.
Para otras, lo que se tiene basta y ya es bastante.
Para otros, esto es antinatural y la lucha femenina por la equidad es ridícula, antinatural y sin sentido.
Y el punto medio de equilibrio, tan distante y añorado, en el cual el género humano marche de la mano como un todo, desgraciadamente aparece lejano ante mis ojos, mientras los extremos tienden a elongarse hasta el infinito, halados por el tren desbocado de la ignorancia visceral del ser humano.