junio 23, 2008

Un minuto de silencio


El vestido se rasgó. En medio de la silente noche cálida, como un cuento se fue desvaneciendo su imagen. No era como lo había pensado, no, era diferente, un instante, un macrosegundo que se detuvo el tiempo, que brincó el latido de su corazón.
Soledad quedó después del bullicio que no la había dejado pensar en lo mucho que odiaba estar ahí. No sabía cuál eco del pasado se le venía encima, hasta que entendió que era un recuerdo de unos cuantos años atrás, cuando armada sin nada se encontró de frente a los mismos espejos y lloró porque su corazón estaba demasiado roto.
"Odio este lugar", pensó y al tiempo se vio de nuevo entregada al margen izquierdo del recuerdo, en silencio, reconociendo de nuevo las escaleras, los muros, el ruido semejante a lluvia que no para de caer. "La verdad es que odio este recuerdo", recapacitó. No era el lugar, no era ella, era ese pálido recuerdo de una noche muy triste, sentada en el sillón pensando en que acabaría desangrada por esa odiosa tristeza.
El minuto de silencio se terminó y la sonrisa le volvió al rostro.
20 de junio (CR Country Club -- De "Un minuto de silencio", GCI)

junio 20, 2008

Negación


Hoy me niego a creer en tí, fugitivo y perdido, encontrado y preso de mi corazón. Hoy me niego a pensar que no he sido capaz de retenerte, que como una fantasía te has sumergido en mis sueños pero no has podido salir.


En esta noche tan clara, con esta luna asesina, estoy segura de que yo misma me he perdido en los lejanos rencores de esta odiosa negación. He huído de tí, como si fueses el abismo y lo único que he logrado es ver el destello lejano de tus ojos.


Te he temido todo este tiempo, sí. Las veces que has venido ha sido ensombrecido, disfrazado de ángel pero con las manos de demonio y yo he perdido el aliento de mi vida sosteniendo un beso contigo, como si fuera un pulso eterno para ver quién tiene razón.


Antes del amanecer no te he negado una vez, ni dos, ni tres; te he negado tanto que no soy capaz de distinguir cuándo eres real y cuándo sólo un espejismo en mi viaje por este desierto. Es como si estuviéramos en una guerra eterna donde la que pierde las batallas soy yo. Por supuesto, no tienes nada qué perder y en cambio, siempre te llevas mi corazón.
No puedo creerte ya, ni siquiera la hora, ni siquiera el tangible aroma que me abofetea cuando estoy desprevenida. Ya no soy la estatua del poema de Neruda, pero he volado tanto, que ya no distingo entre la tierra y el mar.

junio 03, 2008

El viaje... casi 10 años después

Uno de mis primeros cuentos que vio la luz de una audiencia se trat

aba sobre un viaje. Lo escribí en un momento de mi vida en que mi corazón estaba tan roto como un vaso que ha caído al suelo.

Su protagonista, una pelirroja de rizos fuertes, decidía que ya hora de montarse en el tren y emprender el viaje de su vida. Sabía que iba a conocer mucha gente y sabía, sobretodo, que iba a olvidar. En aquel tiempo creía que un viaje puede ayudarte a olvidar aquello que ya no quieres recordar.

Hace casi 10 años mi protagonista no sabía lo que era amar de verdad. Ella sabía que le faltaban muchas estaciones por visitar. Ella era muy joven. He crecido desde que escribí ese cuento y concuerdo conmigo misma que me faltaban muchas estaciones y tendría que agregar que me faltan muchas estaciones aún. Tengo muchos lugares por visitar.

Los 3 de junio son sumamente especiales para mí porque es mi fecha de cumpleaños. Nací un 3 de junio a la 1 y 30 de la madrugada, en un hospital de la capital. Cuando veo atrás puedo describir con facilidad cada una de las estaciones a las que he llegado y estoy agradecida por cada una de ellas. He llorado, he reído, se me ha roto el corazón más de una vez y sé que se volverá a quebrar, pero seré feliz porque cuando lo repare seré más sabia de lo que soy hoy.

Mi viaje, que inició hace 27 años, puede hoy contarse en varios cuentos, en las marcas de mi piel, en las hojas que he llenado a punta de pluma, en los besos que he dado, en fin, hay tantas maneras de contar estos pocos años de vida que creo que no me alcanzarían 27 años más para describirlos.

¿El futuro? No lo sé. Y la verdad no quiero saber, quiero vivir solamente, seguir escribiendo sobre los viajes que hago, sobre los días de mi vida, sobre la gente que conozco y que también hacen sus propios viajes.

¡Salud por mis 27 años!