septiembre 25, 2007

¿Es amarga o dulce la venganza?

Hace días quería escribir de la venganza; ya que no puedo ejecutarla, pensé que igual de liberador sería dedicarle unas palabras a este acto que muchos han condenado. Por ahí se dice que es dulce, en otros lugares he escuchado que es amarga y realmente no sé a qué sabe, debido a que mi formación católica (regida por el miedo a la culpa) me había enseñado que la venganza no es la respuesta y no hay satisfacción en ella, aunque la definición de la RAE diga textualmente que la venganza es la "satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos".

Ahora que he dejado las lides cristianas para abrir mis horizontes religiosos me he percatado de que casi todas las religiones y filosofías ven la venganza como una retribución negativa a un acto que en algún sentido también fue negativo. Pero la venganza es media primitiva. Nos persigue desde que, siendo niños, queremos derrumbarle el castillo de tucos a ese quien no nos dejó jugar, aunque eso nos signifique unas dos horas de castigo en un aula a oscuras. Sí, lo sé... fue sumamente infantil pero en esa época no tenía más de 7 años. Comentario aparte, aquella fue mi mejor patada.

Cuando se es adulto uno piensa mejor en la consecuencia de sus actos y prefiere no correr el riesgo de tomar la justicia de la vida (o justicia divina, como se quiera llamar) en sus manos. A veces preferimos dejar que la vida siga su curso y nos conformamos con desear lo peor, perdón, lo mejor a esas personas que nos han agraviado con sus intenciones o sus actos.

Y aunque la vida sería más fácil, creo, si nos diéramos la libertad de expresar nuestro deseo de que a esa persona le caiga un rayo o se le dañe una llanta del carro, preferimos hacer un pacto con nosotros mismos y no decir nada.

septiembre 12, 2007

El efecto Casas: por qué voy a votar que SI

Entiendo que este Memo o lo que sea que haya sido no es adecuado, en ningún aspecto, para una política como la que estamos acostumbrados a “ver” los ticos.

Sin embargo, partir de este Memo para decir que quienes apoyamos el TLC pensamos de la misma manera que Kevin Casas o que Sánchez es un graso error. Casas y Sánchez sólo representan una mínima parte de aquellos quienes vemos en el TLC una oportunidad y un paso más en nuestra incorporación a los mercados internacionales.

Trabajo para empresa de capital 100% nacional, que tiene oficinas en Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá, que además se ha beneficiado con alianzas en Estados Unidos y Europa. Para mí el mercado internacional no es un enorme monstruo que nos va a devorar, al contrario, es una oportunidad a la que Costa Rica debe enfrentar con el orgullo y las capacidades que tiene.

Lastimosamente en la calle andan un montón de mitos, y no hablo sólo de los mitos del No, sino de los mitos del Sï… Santificar o satanizar un proceso económico no tiene ningún sentido práctico. Pero ya me ha pasado que expresar mi afirmativa al TLC me ha costado algunas simpatías.

¿Por qué? ¿Desde cuándo el derecho a elegir debe ser censurado? La publicidad no nos ha ayudado en nada. Un corazón del Si, un corazón del No. Esta es una decisión política, de cerebro, no una decisión de simpatías como si estuviéramos en un enorme concurso de baile o de belleza.

En el baile de los mercados internacionales, en la danza de los poderes económicos, es una realidad que nuestro país se ha visto beneficiado y perjudicado, como todos los países. Sin embargo, los que deben hacer algo por mejorar las condiciones de vida de la población se han dedicado a robarse el sueldo y a estropear el sistema.

¿Cómo es posible que RECOPE se gaste millonarias sumas pagando maestrías a empleados que nunca se presentan a trabajar? ¿Cómo es posible que el ICE pague sobresueldos a empleados que deben subirse a una escalera? Eso lo pagamos todos los costarricenses.

Si me preguntan ¿pagaría usted más por el servicio telefónico del ICE? No, nunca, sería mi respuesta, con un servicio tan malo, una cobertura pésima, de qué sirve pagar 3 mil pesos al mes si no se puede tener acceso a los servicios? Prefiero pagar un poco más si el servicio es bueno. Ese es el espíritu de la libre competencia y del libre comercio. Las marcas más grandes del mundo, aquellas que se han posicionado en la mente de los consumidores, lo han logrado a pesar de la competencia por los valores agregados que ofrecen. ¿Por qué hay personas que pagan el doble por una Mac si al final del cuentas es una computadora? ¿Por qué pagar 2 mil colones más por una ensalada si puedo comer comida chatarra por menos de 3 mil e inclusive 2 mil colones? ¿Por qué pagar más por un servicio de calidad?

La Salud es otro tema: hace años que entraron a este país los servicios privados de salud, precisamente porque nuestra estimada y odiada CCSS ya no da abasto. Muchos de nosotros, empleados privados e inclusive muchos del sector público, ya no podemos tener acceso a los servicios de salud de la Caja puesto que son ineficientes, lentos y con un pésimo servicio. Muchas de nuestras empresas ya pagan a un médico para que nos atienda, porque el costo beneficio de ir a recibir servicios a la Caja es muy alto. A pesar de que cada mes se nos rebaja el 9% del salario para pagar nuestro seguro y nuestra supuesta pensión, muchos de nosotros nunca llegaremos a usar los servicios de la Caja porque se nos niega o porque simplemente el medicamento que necesitamos no lo da la Caja, o porque los equipos están malos.

Los seguros: El INS se ha enriquecido a costa de los que nos aseguramos, simplemente porque no tiene competencia. Mal servicio, mal servicio y mal servicio, mientras la corrupción rebosa por doquier y pagamos sus convenciones colectivas. En el sector privado no hay convenciones colectivas y el 80% de la Población Económicamente Activa de este país trabaja para este sector, manteniendo al 20% que trabaja para un sistema ineficiente.

A mi modo de ver las cosas, no es el TLC con Estados Unidos lo que va a empujar a este país al caos. Años y años de corrupción y desorden son los que ahora nos tienen divididos e insatisfechos como nación. ¿Por qué no fomentar que más y más costarricenses continúen sus estudios? He sido testigo de cómo muchas empresas PRIVADAS impulsan programas de padrinazgo y educación, programas de Responsabilidad Social Empresarial, para hacer de este país un país mejor. También he sido testigo de cuántos programas culturales se han beneficiado del impulso dado por alguna empresa privada. No es el gobierno quien fomenta lo mejor de nuestra cultura y de nuestro deporte, porque simplemente no puede.

También he sido testigo de cuántos empleados públicos sufren la vorágine de un sistema que no fomenta lo mejor de las capacidades de una persona. La competitividad no es asunto de dinero, es asunto de un estímulo constante, de una valoración constante. Incluso en empresas que se conocen como “maquilas tecnológicas”, las empresas se esfuerzan por que sus colaboradores sean mejores personas y tengan oportunidades de crecer.

He visto con tristeza algunos vídeos que se han subido a You Tube, que comparan el TLC con matanzas, guerras, sangre, violencia. Lamento decepcionarlos, pero nadie nos está invadiendo, nadie nos está amenazando con una metralleta en la sien, nadie nos está usurpando. Desde los primeros pasos de este país para negociar con otros países, han venido empresas extranjeras y se han levantado empresas nacionales, también se han ido y han caído, porque esos son los procesos del mercado. He visto también el otro lado de la moneda: esfuerzos maduros por informar y formar criterios acerca de por qué NO.

La misma tecnología se beneficia de los procesos de libre comercio. La Internet es ahora más popular que nunca, y no hablo de que el ICE o RACSA tengan algo que ver, no, es el proceso natural de la competencia y la masificación de los recursos lo que los torna accesibles para la mayor parte de la población. Las computadoras han bajado sus precios y el mismo Apple anunció hace un par de semanas la reducción de los precios del Ipod por el mismo efecto de la competencia.

Aquellos que quieran darse con una piedra por el pecho diciendo que ellos piensan en los sistemas solidarios de este país, me perdonan, pero qué hipócritas, qué mediocres, porque regalar casas y dinero y comida no soluciona los verdaderos problemas de fondo que tiene este país, ese pensamiento mediocre de que ¡pobrecito!. Eso es lo que nos tiene en la ruina y en el estancamiento, un montón de ineficientes y vagos que no asumen su papel en su desarrollo personal y su crecimiento familiar.