enero 24, 2007

¿Alguna vez te has sentido de piedra? Es como si cada órgano, cada milímetro de piel ya no fuera piel sino una capa delgada de polvo que cubre una mole de piedra.
El cerebro es de piedra, el hígado es una roca y el corazón dejó de ser de carne para convertirse en un rubí sangrante.
¿Qué lágrimas pueden brotar de una piedra si ya no queda vestigio de humanidad?
Cada golpe cinceló la escultura que hoy es mi cuerpo. Ya no queda piel sensible donde puedan golpear y dejar una herida sangrante. Sólo hay espacios qué convertir en la sólida epidermis del frío mármol.
Entonces, cuando ya no queda sensibilidad me veo a mí misma como una estatua de sal mirando lo que no debía ver.
Ahora soy eso, piedra, sal, la dureza incontenible y la frialdad en la mirada.

1 comentario:

César González dijo...

Guardo jades y feldespatos, cuarzos y micas... sin embargo, no colecciono estatuas. Hay cosas en la vida hechas para el movimiento.