A veces quisiera que el abismo que me separa de ese desconocido no fuera tan amplio. Sé que él amaría mis cartas, así fueran de reclamo o de disculpa, y sin embargo dón está que aún o puedo dedicarle mis más grandes poemas.
De nuevo mi mano ha vuelto a mencionar al fugitivo y sólo pretendía escribir sobre el vacío que sentí cuando, escuchando una canción de amor, recordé que hoy nadie me pensó.
"En este laberinto hay quizá una sombra que vuelve del abismo a encontrarse conmigo. ¡Maldita soledad! Te has quedado demasiado tiempo vegetando en mis sábanas y se me antojó despertar al lado del amor. Eres grande y en esa grandeza yo soy sólo el vestigio de un fantasma cansado... sé cómo asesinarte pero ignoro el complejo hechizo que puede darle vida al amor."
"Y no hay razón para que mi vestido vuele si no hay quien lo pueda ve a lo lejos del umbral... No lo he cruzado tampoco y entiendo que en las montañas sólo puede existir un refugio que nos salve de nuestro propio dolor."
Si fuese necesario abrirme, he de confesar que me ha opacado el brillo inexistente de una belleza ausente.
"Renuncio por siempre a tocarte... eres lo más cercano al cielo que he estado jamás; no quisiera perderte esta noche"**
La canción ha perdido el sentido porque no existes. No quiero renunciar por siempre a tocarte, si aún no te he tocado si quiera.
"Todo lo hecho está roto... y sólo quiero saber quién soy. Todo lo hecho está roto... y sólo quiero saber quién soy."**
**Iris, Go go Dolls
No hay comentarios.:
Publicar un comentario