enero 24, 2007

¿Alguna vez te has sentido de piedra? Es como si cada órgano, cada milímetro de piel ya no fuera piel sino una capa delgada de polvo que cubre una mole de piedra.
El cerebro es de piedra, el hígado es una roca y el corazón dejó de ser de carne para convertirse en un rubí sangrante.
¿Qué lágrimas pueden brotar de una piedra si ya no queda vestigio de humanidad?
Cada golpe cinceló la escultura que hoy es mi cuerpo. Ya no queda piel sensible donde puedan golpear y dejar una herida sangrante. Sólo hay espacios qué convertir en la sólida epidermis del frío mármol.
Entonces, cuando ya no queda sensibilidad me veo a mí misma como una estatua de sal mirando lo que no debía ver.
Ahora soy eso, piedra, sal, la dureza incontenible y la frialdad en la mirada.

enero 08, 2007

Fugitivo: conjuro para el amor viajero

Te conocí un día y no he vuelto a probar de la miel de tus besos o la hiel de tu despedida. Es así como tú, fugitivo, tendrás que aparecer de nuevo en mi vida porque así voy a conjurarte, para que regreses a mi puerta.
Te conjuro, fugitivo de esta noche, a que vuelvas a mi jardin a llenar los rosales de flores y espinas. Te conjuro, silencioso peregrino, a que pises de nuevo la senda de mi vida y me acompañes. A donde vaya yo, ahí irás tú, porque nuestros caminos se han juntado.
Te conjuro, amor vaporoso, a que vengas y te materialices en una calurosa tarde, mientras mi cabello brilla al viento y huele a rosas, mientas mi mirada se pierde en los papeles de la oficina y me quiero escapar por la ventana.
Te conjuro, viento del norte, caballo andaluz, para que desarmes el orden cósmico de mi vida, a darle vueltas a mi cabeza y a sentenciar mi futuro una vez más.
Aquel que se había perdido ha encontrado el camino y ya viene, porque los viajes, aunque hermosos, también se acaban y tú te fuiste hace mucho tiempo atrás.
Te conjuro, viajero fugitivo, para que no me mientas y me ames de una vez por todas, porque el tiempo es justo y la luna menguará muchas veces antes de que vuelvas a marcharte.