junio 02, 2006

Mundial... pasiones... y siliconas

Ya que estamos a una semana de que comience este tan esperado Mundial Alemania 2006, consideré importante analizar la vitrina que me ha tocado ver, pensando en que no sólo yo la he visto y esperando que más gente la analiza.
Dicen que este mundial y el partido del 9 de junio es una gran oportunidad para que nuestro país se exponga ante el mundo, ya sea por el "talento" de nuestros jugadores, las bellezas de nuestro país o la cantidad de turistas costarricenses que van a presentarse al país germano y por supuesto intercambiarán cultura con los alemanes y otras nacionalidades.
Nada mejor hay que los eventos deportivos, culturales o artísticos para exponer a un país y a sus pobladores ante el resto del mundo. Nuestro país se ha caracterizado por exponerse de formas muy creativas y positivas, lo que nos ha abierto muchas puertas a nivel mundial. Pero ¿qué pasa a nivel interno?
La locura de mundial ha desatado una serie de movimientos que en algún momento creí eran creativos, pero viéndolos detenidamente me parecen absolutamente faltos de talento y esfuerzo mental.
La pasión mundialista creó canciones (una de ellas muy mala por cierto, pues no refleja en nada lo que un deporte como el fútbol puede generar en los fanáticos, más bien parece la canción de campaña para una teletón o cualquier recolección de dinero para causas que conmueven. Me arriesgo a decir que es una dosis de somnolencia), creó programas de televisión y concursos.
Parece que el tema de la "bola redonda" ha sido errónea y sexistamente relacionado con los pechos de las mujeres, como si estas partes de nuestros cuerpos puediesen ser tomadas equivalentemente como balones de fútbol. Ahora resulta que lo que queremos exponer al mundo son nuestras glándulas mamarias y sentaderas, para mi sorpresa, como si fueran los atributos más importantes en las ticas.
La idea generalizada de que las mujeres debemos ser hermosas aún en detrimento de nuestras capacidades intelectuales, y peor aún, el grado de exposición al que nos sometemos, nos ha convertido en ese objeto mercantil que ayuda a los comerciantes y medios de comunicación a venderse.
El fútbol entonces sigue siendo el deporte de los hombres, un espacio para la afirmación de la masculinidad donde se mezcla el licor, los comentarios sexistas (el uso de la palabra "perras" es muy sexista), las mujeres que enseñan sus artificiales y grandes senos, con la total y completa falta de cordura, la violencia doméstica y la ceguera colectiva.
Me pregunto qué pasa con nosotras las mujeres aficionadas al fútbol, que seguimos a nuestro equipo no precisamente para ver cuál jugador tiene mejor trasero o la cara más linda (Ronaldinho no es precisamente el Narciso de la mitología), que queremos ir a algún lugar, reunirnos con los amigos, y disfrutar de los momentos que como este marcarán un hito en la historia de nuestro país.
Me pregunto si dentro de unos años se recordarán las caras y los nombres de esas muchachitas que, como si fueran las muñecas de una vitrina, se expusieron a sí mismas ante un país que le está enseñando a las mujeres y a los hombres del futuro lo fácil que es ganarse la vida sin pensar y sin talento, sólo con un par de cirugías, una panza pelada y unos mediocres movimientos de cadera.
Estamos siendo la lámpara que irradia su hermosa luz afuera, pero dentro sólo proyecta oscuridad.

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